¿Cómo era el teatro en la época de Lope?
En la época de Lope de Vega existían el teatro cortesano, el teatro religioso y el teatro popular. El primero, que se representaba en los palacios reales, y el religioso tenían lugar durante el día. A éste segundo pertenece la celebración de la Octava de la fiesta del Corpus, con la interpretación de los autos sacramentales. Por último, el teatro popular se llevaba a cabo en los corrales de comediasLos primeros corrales de comedias fueron patios interiores de viviendas donde se improvisaban un escenario y unas localidades. Al ganar popularidad fueron creciendo y haciéndose más complejos. Se podían distinguir en ellos distintas partes: el escenario, que era un tablado sin telón ni decorados; la cazuela, en el lado opuesto y reservada a las mujeres; los aposentos, balcones y ventanas de las casas que cerraban el patio y que estaban destinados a los nobles, y el patio, para la gente del pueblo. La parte final del patio quedaba para los mosqueteros, que se ganaron ese nombre por sus gritos y por su actitud pendenciera ante las representaciones que no eran de su gusto. Lo habitual era que lanzaran verduras al escenario. Por último, frente al escenario había bancos reservados a los comerciantes y los artesanos que podían pagarse una entrada un poco mejor., con representaciones a las que podía acudir cualquiera, siempre que pagara, claro. Los corrales estaban regentados por las cofradíasLa Cofradía de la Soledad alquiló, a comienzos de 1574, el corral de Burguillos. Su intención era conseguir con la representación de comedias unos ingresos extraordinarios parecidos a los que recaudaba la Cofradía de la Pasión desde 1568. Ambas se enredaron entonces en un pleito, iniciado por la de la Pasión, que trataba de mantener el monopolio. El litigio se cerró con un acuerdo ratificado por el Consejo de Castilla, según el cual las dos instituciones se repartirían los ingresos y gastos relacionados con las representaciones de comedias. La Cofradía de la Pasión se llevaría las dos terceras partes y el tercio restante sería para la de la Soledad.
“Porque dando un real a la comedia, se da medio al hospital y a los pobres, y somos de tan ruin naturaleza, que aunque veamos a nuestra puerta los pobres como llovidos y las camas de los hospitales llenas de ellos, no nos alargamos a darles dos maravedís de una vez, y por este camino se paga un tributo grande a los hospitales [...] sin duda, el provecho que sacan de las representaciones es grandísimo, y se había de mirar en esto con mucho cuidado; y así, considerándolo, todas las ciudades de España donde quiera que hacen teatro aplican su provecho al hospital”, advertía Francisco Ortiz en su Apología en defensa de las comedias que se representan en España, escrita a principios del siglo XVII. y eran las compañías de actoresEn la época de Lope de Vega había dos grandes categorías de actores. Por un lado, estaban los cómicos que se agrupaban en las ‘compañías de la legua’, a las que se llamaba así porque no podían estar a menos de una legua de los grandes núcleos urbanos. Las estructuras de estas compañías eran variadas y las representaciones que ofrecían, pasando de un pueblo a otro, eran a menudo muy poco competentes y de baja calidad.
Por otra parte, la mayoría de los actores trabajaba en compañías absolutamente profesionales, con una estructura fija y una jerarquía rígida. Eran grupos que disfrutaban de algunos privilegios y contaban con el reconocimiento de la corte real, que les otorgaba un título oficial por el cual se las llamaba ‘compañías de título’.
Estas ‘sociedades’ se formaban durante la Cuaresma, época en que no había teatro, y sus contratos duraban un año. Los jefes de la compañía compraban una comedia al autor y ellos mismos la adaptaban a las necesidades de sus actores. También se ocupaban de pasar la censura y obtener los permisos de representación.,muchas de ellas con una estructura fija, las que mantenían el teatro.
– El éxito del teatro en los corrales de comedias fue tal que las compañías pasaron a representar las funciones todos los días dejando atrás la costumbre de hacerlo solo los días festivos. Las obras permanecían en cartel uno o dos días –excepcionalmente se aguantaban cinco-, los espectáculos duraban entre dos horas y media y tres, y el horario habitual era a las dos o tres de la tarde en invierno y a las cuatro en verano. Las representaciones teatralesLa función comenzaba generalmente con una ‘loa’ que pedía el favor del público e intentaba ya desde esos primeros minutos ganarse a los asistentes y ponerles de lado de la compañía. Con esta introducción, además, se procuraba hacer callar a los espectadores. En el primer acto, los cómicos ponían al público en situación con sus declamaciones, con las que trataban de suplir la pobreza de los escenarios. Había que entretener constantemente a los espectadores evitando los vacíos en escena, por lo que las pausas eran escasas. Entre el primer y el segundo acto se representaba un ‘entremés’ y entre los dos últimos actos había un baile o una jácara cantada. Una ‘mojiganga’ –actuación con música, baile y bullicio– ponía fin a la representación., que se suspendían en caso de lluvia, tenían que terminar antes de la puesta de sol por razones morales y de orden público.
– Los autores escribían las obras para su representación y después en muchos casos se imprimían. Los comediantes se vinculaban a las compañías de actores, que eran estables y estaban reguladas legalmente. Había distintos tipos de compañías: las reales o de título, las de la legua o ambulantes, los títeres y cómicos… Pero con los corrales, los primeros teatros fijos, aparecieron también las compañías estables. Éstas, compuestas por un mínimo de quince actores, solían llevar en repertorio unas cincuenta comedias.
– Las cofradías regentaban los corrales de comedias y destinaban los ingresos al mantenimiento de hospitales y obras de caridad. La Cofradía de la Sagrada Pasión y la Cofradía de Nuestra Señora de la Soledad regentaron los dos corrales de comedias de Madrid más famosos de todos, el de la Cruz y el del Príncipe.
Su madre fue Francisca Fernández Flórez y su padre Félix de Vega Carpio, maestro bordador, ambos procedían de las montañas de Cantabria.
Lope tuvo cuatro hermanos: Francisco, Juliana, Luisa y Juan. El poeta pasó parte de su infancia en casa de su tío, don Miguel de Carpio, Inquisidor de Sevilla.